lunes, 17 de mayo de 2010
Al mal tiempo, buena cara
No lo puedo evitar. Cada vez que paso por el puerto del Madero mi vista se dirige inexcusablemente hacia la silueta de la sierra del Cortado tratando de divisar los pueblos de Esteras de Lubia y Tajahuerce. Esta vez no hubo suerte. La lluvia impedía cualquier contacto visual.
No es que estos pueblos tengan nada especial. Sin embargo, desde que tuve conocimiento de la procedencia de nuestros antepasados, producen en mí una fascinación que no acierto a definir.
Me sucede lo mismo con toda la provincia de Soria. Siempre le encuentro ese atractivo que capta mi atención, aun en los días que parecen más inadecuados, como el de esta excursión que realizamos un grupo de jubilados. Estábamos en la comarca de Pinares y a pesar de la lluvia y el frío nos cautivaron sus bosques de pinos, sus montes nevados, sus pueblos sosegados, solitarios en ésta época, de ese sobrio estilo castellano.
Entre estas visitas, la comida con los amigos, las leyendas, poemas y otros relatos de Antonio Machado escuchados a Ismael, nuestro ameno guía, pudimos capear el temporal de una primavera que no llega y mitigar la frustración de no contemplar la maravilla de esa laguna que casi ya no recuerdo.
Otro día será.
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