miércoles, 24 de marzo de 2010

Peroniel del Campo

En este lugar tenían  su casa solariega los  Ruiz de Caravantes, emparentados con los Tajahuerce a causa del matrimonio de Catalina con Juan Tajahuerce Domínguez


Esta población dista 2,8 kms. de Esteras de Lubia y 4,6 de Almenar en cuyo municipio se integró a finales del siglo XX cuando contaba con 271 vecinos. En el censo de 2008 solamente eran 35 habitantes.

Madoz dice de él que está bien ventilado y su clima es frío pero sano. Está bañado por el arroyo Temblar que nace en la sierra de La Pica y va a desembocar en el Rituerto. Sobre dicho arroyo se encuentran las ruinas de su castillo que conserva dos torres rectangulares y un arco de medio punto por el que se accede a todo el recinto.

La iglesia, dedicada a San Martín de Tours, es románica de finales del siglo XII con añadidos posteriores. Junto al cementerio hay una pequeña ermita dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro.

Históricamente está relacionado con los templarios y se cree que en sus alrededores estaba situado el convento de San Juan de esta orden. Según el censo de la Corona de Castilla, en 1591 de sus 42 vecinos 22 eran hidalgos. También nació aquí el protagonista de la leyenda “El cautivo de Peroniel” recogida por el escritor de Cervera del Río Alhama, Manuel Ibo Alfaro, que sucintamente os relato:

Esta historia se remonta a la época de la reconquista. Manuel Martínez de Contreras era hijo de Juan Martínez Marrón, hidalgo de Peroniel, y de Isabel de Contreras, “noble dama toledana” que en realidad era del vecino pueblo de Esteras de Lubia. Gozaban de una posición  acomodada después de contribuir al logro de numerosas batallas contra los musulmanes junto al rey Fernando III El Santo. Debido a este ambiente familiar la educación de Manuel estuvo marcada por un gran espíritu militar y al mismo tiempo le fue inculcada una gran devoción a la Virgen de la Llana.


En su juventud, Manuel Martínez de Contreras se incorporó a los ejércitos de Alfonso X El Sabio y su hijo Sancho siendo capturado por los musulmanes en el cerco de Algeciras.

Fue trasladado a Argel donde permaneció durante ocho largos años sometido a toda clase de vejaciones. Todas las noches dormía esposado y encerrado en una pequeña  arca y todas las noches rezaba y se encomendaba a su Virgen de la Llana.

Cuenta la leyenda que, el martes de Pentecostés, el Cautivo de Peroniel fue liberado por la Virgen de la Llana y volando en el arca acompañado por quien lo custodiaba se posó junto al Santuario de dicha Virgen situado entre Almenar y Peroniel, donde se arrodilló y le rezó tal como había hecho durante todos los días de su largo cautiverio.

Las fiestas del Cautivo en Almenar de Soria rememoran todos los años, el segundo día de la Pascua de Pentecostés, este acontecimiento en que el pueblo de Peroniel celebra la liberación de uno de sus hijos.

viernes, 19 de marzo de 2010

Cambios

Tras un largo periodo de inactividad investigadora en los Archivos Eclesiásticos de Tudela he retomado mi asistencia a los mismos para seguir hurgando en sus fondos con el fin de completar datos todavía no descubiertos.


Por si a alguien le interesa le informo que los Archivos Eclesiásticos se encuentran ubicados en la tercera planta de la Casa de la Iglesia, el denominado Palacio Decanal, donde también se halla el Museo de Tudela. Este palacio se sitúa en la Plaza de San Jaime, pero los accesos tanto al museo como a los archivos son por la calle Roso. 

En la reanudación de mis indagaciones me he encontrado que durante este periodo sabático ha habido algunas variaciones. En este momento tienen establecido el cobro de un canon por hora de utilización de las máquinas lectoras y reproductoras de los microfilms. No me parece mal y menos teniendo en cuenta que la cantidad no es excesiva. Y aun me parecería mejor si el importe recaudado redundase en la mejora del objeto por el que se ha percibido y en beneficio del colectivo que lo aporta. Es decir: que se destine a la digitalización de los fondos del archivo. Si es así, bendita tasa.


Otra de las modificaciones habidas ha sido la designación de Mercedes Terrén Miramón como directora de estos archivos, supongo que por jubilación de D. Vicente Ilzarbe. Excelente elección a mi juicio. Merche es un encanto y forma parte, por méritos propios, del elenco de archiveros que, salvo raras excepciones, nos ayudan en nuestras tareas con una amabilidad digna del mejor encomio, y es otro ejemplo de la magnifica aportación de la mujer al mundo laboral dando, una vez más,  pruebas inequívocas de su capacidad y cualificación para desempeñar cualquier actividad.

Me congratulo por este nombramiento tan acertado.

¡ Enhorabuena Merche. Te lo mereces !



sábado, 13 de marzo de 2010

Juan Tajahuerce Domínguez



Mi octavo abuelo nació en Esteras de Lubia un 11 de Noviembre de 1635 y su bautismo tuvo lugar en la ya conocida iglesia de San Pedro Apóstol. Eran sus padres Sebastián Tajahuerce Antón y Bárbara Domínguez Ledesma.

De su niñez solamente se conoce que a los once años quedó huérfano de padre.

El 2 de Abril de 1660 contrajo matrimonio canónico con Catalina Ruiz de Caravantes Ruiz en la iglesia de San Martín de Peroniel del Campo, lugar de donde ella procedía. Contaban con veinticuatro  y  dieciocho años de edad respectivamente. A continuación se trasladaron a Esteras de Lubia donde fijaron su residencia.

Con los datos que poseo en la actualidad puedo decir que este matrimonio tuvo como mínimo cinco hijos:

Sebastián. No sé la fecha de su nacimiento pero el 19 de Mayo de 1697 se casó en Esteras con Isabel Enciso Blasco con la que tuvo siete hijos: Sebastián, María, Antonia, Saturia,  Ignacio, Sebastián e Isabel
Francisco. Nació el 11 de Mayo de 1665.
Juan. Mi séptimo abuelo del que ya he dado información anteriormente en la entrada del 13/2/2010.
José. Nacido el 6 de Mayo de 1670.
Diego. Nació, como todos los anteriores, en Esteras de Lubia  el 17 de Mayo de 1674.

Apenas tres meses más tarde de este nacimiento, el día 1 de Septiembre de 1674, mi octavo abuelo dejaba de existir. Tenía 38 años.

Dejó una viuda relativamente joven (treinta y tres años) y posiblemente cinco huérfanos. Uno de estos mi séptimo abuelo Juan que tenía a la sazón ocho años de edad.

La vida llena de penurias que esto suponía y las costumbres de la época hicieron que Catalina, su viuda,  contrajera segundas nupcias el 29 de Junio de 1676 en Esteras de Lubia con Juan Garzón, vecino de Villaseca de Arciel.

jueves, 4 de marzo de 2010

Confesión

Voy a confesarme ante vosotros y lo voy a hacer como mandan los cánones siguiendo las enseñanzas del catecismo  Astete/Ripalda. Algunos lo recordaréis, otros no tenéis ni repajolera idea. Son unos catecismos que, en contra de lo que pensábamos muchos, datan del siglo XVII y son con los que, "in illo tempore",  aprendimos de niños la doctrina cristiana oficial. Entre otras manifestaciones dice que para hacer una buena confesión son necesarias cinco cosas: Examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de la enmienda, confesión de boca y satisfacción de obra. Aquí está mi buena confesión:


Examen de conciencia: Repasando mi comportamiento durante estos últimos días advierto que no he tenido verdadera ilusión este año y esto es imprescindible para iniciar cualquier actividad. Esta ha sido la causa de  mi falta de preparación.

Dolor de corazón: El hecho de la falta de ilusión y preparación me produce si no un gran dolor una cierta desazón al ver interrumpido algo que últimamente se había convertido en una buena costumbre.

Propósito de la enmienda: Sí, creo que debo cambiar mis últimos hábitos y consiguientemente volver al buen camino (nunca mejor dicho)

Confesión de boca: Ya lo estoy haciendo, aunque no de boca sino de teclado.

Satisfacción de obra: En este caso poco hay que satisfacer, en todo caso restablecer la confianza y expectativas despertadas en el grupo, pero como nadie es imprescindible, ni se darán por enterados. Se incluye, por supuesto, cumplir la penitencia. Suavecita, que no tenemos ni edad ni ganas de hacer grandes sacrificios. Y abundando en el tercer punto voy a hacer el propósito de retomar actitudes más saludables. Deseo que no sea una penitencia sino un verdadero placer del que siempre he disfrutado.

Nada más, ya me he confesado. Ah, si; casi se me olvida. Os preguntaréis de qué lo he hecho. ¿No lo habéis adivinado?:


¡¡ ESTE AÑO NO HAGO LA JAVIERADA !!

Esta es la falta de la que me acuso y para la que solicito vuestra benévola absolución.